domingo, 13 de mayo de 2012

Resignificando Rayuela






Preferíamos encontrarnos en el puente, en la terraza de un café, en un cine-club o agachados junto a un gato en cualquier patio del barrio latino. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Mingo, en cada hombre parecido a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra. Justamente un paraguas, Mingo, te acordarías quizá de aquel paraguas viejo que sacrificamos en una esquina de Villa Crespo, un atardecer helado de marzo.

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