lunes, 29 de noviembre de 2010

Mañanas

Tan sólo a una cuadra de la estación, siguiendo por el mismo andén donde bajo del tren. Ahí pasa el colectivo que me lleva al trabajo. Y todas las mañanas iguales, desciendo del vagón, camino esos metros, llego a esa esquina y espero.
Y la misma vieja de todas las mañanas, ahí está ella, aguardando por mi "buen día", para devolverme el suyo. Luego me dice que le traigo suerte, porque allá viene el colectivo. Y las dos esperamos, siempre mirando hacia adelante.
Algún que otro comentario, que hace frío, que el tren se atrasó, que va a hacer calor...
Cuando se acerca el 113, ella sube primero, y después yo. Y ahí cada cual elige su lugar: en general me voy al fondo, porque no me agrada que se amontonen todos adelante y atrás esté vacío (cosas de la vida).
Las calles pasan, las ruedas giran, nos acercan a destino.

Bajamos todos, ahí termina su recorrido. El mío también, aunque recién comience el día.
A veces, chau señora, y otras sin despedir.

Cosas.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Como un cuento

-Y cuando despertemos tristes solo
debes entender que el remedio es el
amor
cuánto hay de cambio en un día y
cuánto de amor-

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Capítulo 7 - Rayuela



 Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

     Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.



Julio Cortázar - Rayuela

martes, 2 de noviembre de 2010

algo

74.

no sabemos por qué, pero el futuro es para nosotros.